viernes, 20 de febrero de 2015

El Tabú de los Soberanos

    ( Diego Luna González. Psicólogo Clínico, miembro de la Junta de Fundadores del Diario Tribuna Vasca,  dirigido por Eduardo Sotillos (Publicado el Miércoles, 27 de Octubre, Bilbao-1982)

   Hace ya tiempo que me preocupa esta concepción freudiana del tabú. Cuando la muerte especulable y súbita de Juan Pablo I yo me preguntaba si aquel hombre no habría sido una víctima, una más, del Tabú de Los Soberanos. El mismo tema me asaltó otra vez en cada uno de los atentados sufridos por su sucesor Juan Pablo II, y la misma idea vuelve a golpearme en estos días en que la cristiandad hispánica se desvive y conmociona con la inminente, y también especulable, visita del Soberano polaco.

   Es lo cierto que la gente siente a sus Soberanos como a hombres-dioses dotados de una omnipotencia mágica: ellos habitan en mansiones protegidas y lujosas, misteriosas y distantes, desde cuya alta e inabordable lejanía rigen los ocultos destinos del mundo. Se trata de personajes admirables que, por lo mismo, son a la vez, envidiados y temidos, objeto de los odios más viscerales y de los amores más ciegos y peligrosos. Víctimas, en fin, de su propio tabú, el Tabú de Los Soberanos.

   Nadie ignora a estas alturas que Los Soberanos suelen tener una ventana en vela que se apaga de madrugada (todos recordamos la de Pío XII o la famosa “lucecita” de "El Pardo"), y también sabemos que Los Soberanos se expresan a través de un complicado ritual de gestos adustos o risueños, con discursos y frases proverbiales, verdades y mentiras al cincuenta por ciento, verdades mentirosas y mentiras verdaderas…, todo un sinfín de símbolos, pistas y señales por donde el pueblo de la tierra se arrastra y rebusca con una curiosidad morbosa y jadeante.

    Yo recuerdo que, cuando el penúltimo Cónclave, hubo algún periodista que, con cierto humor volteriano, se atrevió a bromear con "las caprichosas veleidades de 'la fumata' , tan formal desde siempre" y que, "por primera vez en la historia del humo vaticano - comentaba José Luis Martín Descalzo -, vaciló con la fervorosa expectación de la cristiandad"; (a propósito, aún no sé si el lúdico ingenio periodístico de mi querido e inolvidable amigo José Luis habrá sido vengado por la irritación de los dioses). Y también recuerdo que alguna Revista titulaba la presentación de Juan Pablo I al mundo como "la figura de un inquietante desconocido", y la de Wojtyla, posteriormente, como la de "El Papa venido de lejos". Y es que todo parece indicar que el tabú de Los Soberanos funciona de forma que las hordas han de moverse a tientas entre los humos del símbolo, el cotilleo del rumor y el juego de la metáfora, siempre a distancia y desde abajo, apretadas en la aglomeración de las plazas, clavadas frente a las celosías misteriosas y solo hasta donde les permiten acercarse los  leales cancerberos del arcano.

   Tampoco desconocemos que el tabú de Los Soberanos es tan antiguo como la humanidad y que, desde siempre, los súbditos sintieron la necesidad de identificarse con sus jefes y sacerdotes supremos, de fusionarse con sus poderes mágicos que, en caso de indignación, les amenazaban con el castigo o la destrucción. De ahí que el pueblo se defienda a su vez de sus Soberanos, también de forma mágica, ofreciéndoles sacrificios y obsequios, reconocimientos y alabanzas con que mantenerlos propicios y aplacados, “encerrándolos” en palacios confortables, pero seguros y alejados, vistiéndolos con ropajes tan solemnes como paralizantes, hundiéndolos en tronos mullidos de los que cuesta levantarse, cercadas sus cabezas con pesadas y preciosas coronas, como anillos de apresar el pensamiento, y apenas permitiéndoles tocar el suelo con los pies. Es la guerra de los símbolos: todo un lenguaje pulcro y delicado, compuesto de eufemismos y vaselina, el único lenguaje permisible porque reúne las condiciones funcionales de ser tan culto como primitivo y tan infantil como mágico y alienado.

   Sin embargo , hay quien dice que no, que Juan Pablo II anda empeñado en pisar el suelo, besar la tierra y liberar evangélicamente el pensamiento. Y es que, efectivamente, él se nos aparece como un mago pícaro y virtuoso, al modo de un Escrivá supremo, bien fardado de chascarrillos y anécdotas animosas, capaces de acallar y entretener al más alborotado jardín de infantes. Nunca se sabe del todo. O acaso sea esta la dosis simbólica más adecuada a los nuevos tiempos…Pero, digo yo, que contra los guiños cariñosos y los flirteos familiares del pontífice, los artífices de la cosa tendrán que mantener firmes y tabúicas las respectivas categorías del servicio paternal y distante y de la obediencia disciplinada y filial. Por otra parte, ni el pueblo lo consentiría de otra forma si es que disfruta a modo poniendo a prueba el nivel infantil y piagetiano de su inteligencia simbólica.

   Es el caso que siempre pasa los mismo: cada vez que la historia, tan aburrida, estrena, recibe o despide soberanos y pastores supremos, se alborota el rebaño con una inquietud de temor esperanzado, o hasta feroz y paranoide a veces, proporcional a los miedos, carencias e inseguridades de las ovejas. He aquí el destino fatal de todos los rebaños: reunirse a la intemperie por las plazas del mundo, bien controlados y prietos, con el alma en un puño, colgados sus ojos de las tribunas, ventanas y palacios por donde se asoman y ocultan los padres de todos los poderes, justicias y virtudes. He aquí el balanceo monótono y pendular de la historia encadenada por El Tabú de Los Soberanos.

6 comentarios:

  1. Mucho hablamos de ello, y conseguimos que quedara escrito en tu blog. Al menos, antes de tu marcha, quedó constancia.
    Buen viaje.
    Sergio

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  2. Muchas Gracias Sergio, por haberle ayudado a plasmar sus escritos. En ellos pervivirá siempre. Alvaro Luna

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    1. Fue un placer. Tanto que en algunas ocasiones quedábamos para tomar algo y hablar de lo que nos apeteciera, por puro placer. Lo que lamento es que no nos dio tiempo a completar algo más sus escritos y pensamientos

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  3. Muchas Gracias Sergio, por haberle ayudado a plasmar sus escritos. En ellos pervivirá siempre. Alvaro Luna

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  4. Álvaro Luna: me gustaría contactar contigo para organizar algún tipo de homenaje.

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  5. Estimado Armando. Te doy mi email por si quieres que nos pongamos en contacto. lunag.varo@gmail.com un abrazo

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